12 Cosas Que Te Enseñaron En La Escuela Y Que Son Completamente Falsas

La ciencia es un saber humano que se basa en evidencias, y por tanto mientras más ampliamos nuestros conocimientos sobre un tema, podemos ir revisando lo que teníamos por cierto y modificar nuestras ideas sobre un tópico (el caso clásico es el paso del geocentrismo al heliocentrismo). Por eso, puede que algunas cosas que aprendiste en el colegio sean hoy simples mitos o inexactitudes.

A continuación te mostramos 12 teorías que fueron revisadas gracias a nueva evidencia.

 

Mito: los humanos evolucionamos del simio

Esta afirmación no es del todo correcta: lo humanos no evolucionaron desde el simio sino desde un ancestro compartido. Sin embargo, para efectos ilustrativos, los textos de primaria siguen utilizando fotos como la de arriba reproduciendo el error.

 

Mito: Newton descubrió la gravedad gracias a que una manzana le cayó en la cabeza

Es una anécdota simple y genial, muy ilustrativa. Pero no hay pruebas que la respalden. Es cierto que Isaac Newton fue un gran estudioso y la fuerza de gravedad pudo haberle golpeado -literal o figurativamente- de cualquier manera.

 

Mito: Einstein era mal estudiante y reprobó matemáticas

Albert Einstein siempre fue buen estudiante y sus notas iban por encima de la media. Siempre fue bueno en matemáticas, llegando a leer libros de física de nivel universitario con apenas 11 años.

 

Mito: esclavos construyeron las pirámides

En el Antiguo Egipto habían esclavos. Muchos esclavos. Pero es poco probable que ellos participaran en la construcción de las pirámides, ya que los jeroglíficos y hallazgos arqueológicos sugieren que los constructores eran trabajadores cualificados y bien remunerados.

 

Mito: la Gran Muralla China puede verse desde el espacio

Es necesario un telescopio para poder ver la muralla desde la Estación Espacial Internacional. Cosas como el río Amazonas, la deforestación e incluso la frontera entre India y Pakistán sí son visibles desde el espacio

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Mito: Colón descubrió América

Técnicamente la dio a conocer, pues tropezó con ella mientras buscaba una ruta alternativa a las Indias. Si ignoramos a todas las poblaciones indígenas que ya vivían en América -y la tenían bien descubierta- para cuando llegó la invasión europea (cosa que no deberíamos hacer), el primero en aterrizar en el continente fue Leif Erikson, 400 años antes.

 

Mito: Edison inventó la bombilla

70 años antes de la bombilla de Thomas Edison, el químico británico Humphrey Davey inventó un aparato llamado el arco de luz, que tenía la misma utilidad pero peor eficiencia. Probablemente Edison no partió de la nada con su invento, sino que sabía del trabajo de Davy y de otros como Nikola Tesla.

 

Mito: sólo tenemos 5 sentidos

Ponerse de acuerdo en el número de sentidos es toda una discusión, pero sin duda son más de cinco. El ser humano no ólo puede ver, oir, oler, tocar y saborear, sino también puede percibir el paso del tiempo, la temperatura, conocer y prever la dirección de los objetos, y posee propiopercepción.

 

Mito: el remolino del desagüe va hacia el sentido inverso en el hemisferio contrario

O sea, sí y no. El efecto Coriolis es real, pero necesita condiciones bastante específicas para manifestarse. En condiciones normales, el sentido del chorro de agua o la forma del lavabo podrán anular su fuerza, y hacer que desagüe de forma habitual. En este enlace lo explican en detalle.

 

Mito: los griegos usaron el Caballo de Troya para entrar en la ciudad

Todas las referencias al caballo de Troya están en la Eneida de Virgilio y en la Odisea de Homero, ambos escritos cientos de años después, por lo que probablemente es sólo una leyenda.

 

Mito: en el espacio no hay gravedad

No es que no exista la gravedad fuera de la Tierra, sino que su fuerza es menor. De hecho, el espacio es en sí mismo una red de fuerzas de gravedad entrelazadas.

 

Mito: sólo usamos el 10% de nuestro cerebro

Falso. Completa y totalmente falso. Pee a lo que cintas como Lucy o Limitless puedan decir, usamos todo nuestro cerebro durante todo el día. Cada área se dedica a controlar una parte específica de nuetras funciones, sentidos y emociones, trabajando de manera sincronizada.