No hay duda en que la adolescencia es una de las etapas más crueles y difíciles en la vida de un ser humano, pues en todas las escuelas existen jerarquías y estructuras tóxicas y violentas que perfectamente podrían corresponder a las que existen en las cárceles. Quienes más sufren en aquella etapa, son los que no corresponden a lo que la mayoría espera de ellos, especialmente quienes sufren algo que físicamente los distingue de otros y los convierte en blanco de burlas de aquellos que se sienten con poder.
Esta dinámica se enseña desde los hogares y se mantiene hasta la adultez, pero es en la adolescencia donde se expresa de forma más literal debido a la falta de autocontrol y educación.
En la escuela secundaria de Huntington Beach 8California), una llamativa pelea se llevaba a cabo fuera de las salas de clases: un niño golpeaba violentamente a su compañero no vidente.
Nadie sabe con certeza si había un motivo para la golpiza, pero claramente el niño atacado no tenía cómo defenderse. Por suerte, un niño llamado Cody apareció justo a tiempo y lo ayudó.
El joven Cody golpeó al niño abusivo y lo dejó sangrando en el suelo. “Está golpeando a un niño ciego, hermano. ¿Cuál es tu maldito problema? Te juro por Dios que si vuelves a golpearlo te daré tu merecido”, se oye decir a Cody cuando le piden explicaciones por su actuar.
La violencia nunca es la respuesta, pero en esta ocasión fue una herramienta útil para detener un abuso flagrante y poder ayudar al indefenso compañero. Tanto el abusador como Cody fueron suspendidos, eso sí, debido a los golpes que propinaron más allá de sus respectivas razones.
