Los Habitantes De Este Pueblo De Holanda Viven Bajo Vigilancia Las 24 Horas Del Día

Es un pueblo como cualquier otro, ya que a primera vista no tiene nada de especial. En él habitan 150 personas entes que llevan una vida común y corriente, porque comen, duermen, van al café y van de compras. Sin embargo, cada uno de ellos es vigilado constantemente, las 24 horas del día.  En esta ocasión les contamos cómo es uno de los pueblos más sorprendentes del mundo, que a decir verdad es una especie de hospital para ancianos que sufren de demencia, una de las enfermedades más comunes del ser humano.

 

La gestora de esta idea fue Yvonne van Amerongen, quien en el año 2009 pensó en abrir una clínica de estas características. Sucede que ella había trabajado durante mucho tiempo en una residencia de ancianos y conocía las peculiaridades de esta enfermedad. En un momento se hizo la pregunta: “¿Qué es lo que queremos para nosotros y para nuestros padres?” y es exactamente así fue cómo nació Hogeweyk.

 

A diferencia de una clínica psiquiátrica, los pacientes no están encerrados en sus habitaciones, sino que llevan una vida normal, por ejemplo, van a restaurantes, se reúnen con los vecinos para jugar a juegos de mesa, salen a pasear y no piensan en que están viviendo dentro una clínica psiquiátrica.

 

Dicha cínica se enmarca en un complejo construido en un espacio para vivir con calles, jardines, plazas, una peluquería y hasta un pequeño teatro.

 

La mayoría de las casas están construidas de acuerdo a los detalles de la época en la que la memoria del paciente dejó de funcionar, por ejemplo, al estilo de los años ’50, ’70 o incluso del 2000. La persona que llegue al “pueblo”  puede elegir un lugar para vivir acorde a sus gustos.

 

Los pacientes viven en grupos de 5 ó 6 personas en la casa con uno o dos cuidadores. Yvonne van Amerongen cuenta que es muy importante mantener un constante diálogo con ellos e interactuar con el mundo exterior, ya que eso hace que se sientan más tranquilos y detiene el avance de la enfermedad. Según investigaciones, se ha  demostrado que la soledad es igual de mortal que fumar y dos veces más peligrosa que la obesidad.

 

El esposo de una anciana que reside en Hogeweyk nos da detalles en una entrevista: “Es un espacio abierto donde las personas pueden observar el cambio de las estaciones del año, sentir cuando hace calor o frío. Pueden ir a un restaurante, tomar una taza de té, ir con total libertad a cualquier sitio”. El hospital también cuenta con una gran cantidad de personal, pero todos fingen ser cajeros, trabajadores o, simplemente, habitantes. Todo este lugar se asemeja ciertamente a un pueblo, con la única excepción de que alberga una gran cantidad de personas de edad avanzada. En caja nunca se cobra por nada.

 

Hogeweyk llama la atención porque su simpatía y apoyo se manifiesta en todo. Los empleados del “pueblo“ aprenden a orientarse en lo que pueden hacer los pacientes y no en aquello que no pueden. La fundadora de la clínica afirmó: ”Todas las personas que viven aquí requieren de un tratamiento, por lo que toman su medicación. Pero, para nosotros, en primer lugar son personas“. Uno de los conceptos de estas instalaciones es dar a cada paciente la posibilidad de elegir: “Incluso si sabemos que le gusta el café con azúcar, todos los días le preguntamos: ¿Quiere azúcar con el café?”

 

Hogeweyk en sí mismo se parece más a un barrio con su perímetro cerrado. Si alguno de los pacientes se dirige a la salida, encontrará a un profesional médico que cortésmente le informará de que la puerta está cerrada, redirigiéndolo a otra ruta. Pero, en líneas generales, vivir allí resulta tan cómodo que nadie siquiera intenta salir. En una superficie de tan solo 1,5 hectáreas, todo encaja a la perfección en función de las necesidades de los pacientes. ¡Incluso cuentan con su propia oficina de correos!

 

En el año 2013, el complejo recibió un premio llamado “Highly Commended Award”, por un nuevo concepto en la atención y cuidado de personas con demencia.

 

Es importante destacar que el complejo se encuentra a unos pocos minutos en auto del centro de Ámsterdam, lo que permite a sus familiares visitar a los pacientes con frecuencia.

 

Quizás parezca lejano para países de latinoamérica, pero el alojamiento en este lugar cuesta menos a los familiares que una enfermera veinticuatro horas al día en casa.