Fue Vendida Por 100 Dólares Y Tuvo Una Dura Vida De Esclavitud Hasta Que Conoció A Su Salvador

Sufrió mucho pero ahora puede sonreír.

Anabelle es una pequeña que ha conmovido a todo el mundo. Ella nació en Bacólod, Filipinas. El lugar es conocido como “La Ciudad de las Sonrisas” pero, desgraciadamente, no es lo que le tocó vivir.

Era la hija de un tercer matrimonio. Nunca conoció a su papá ya que se quedó preso meses antes de que ella naciera por vender drogas. En casa, no todo era mejor. Compartía una pequeña habitación con sus seis hermanos, y no contaban con los servicios básicos de agua y luz.

A los dos años, su mamá la vendió a un grupo de traficantes por 100 dólares.

Fue obligada a pedir limosna en la calle. .Era una esclava y la explotaban. Tenía que despertar muy temprano, le pegaban en la cabeza con palos para que llorara. De ahí, se la llevaban a las populosas calles con ojos todos hinchados en lágrimas para conmover aún más a los transeúntes y así pudiera conseguir más dinero.

Esos hombres desalmados se aprovecharon de la condición física que padece, conocido como Síndrome de Crouzon.

Para esta pequeña no había escapatoria. Nunca la dejaban sola y siempre estaba acompañada de una mujer que se hacía pasar por su madre.

Pero todo cambió en 2016, cuando Anabelle fue rescatada por una organización llamada ‘Kalipay Negrense Foundation’, que alberga a cerca de 200 niños que fueron rescatados de las mafias.

Su fundadora, Anna Balcells, lucha constantemente por cada uno de esos pequeños para darles algo de esperanza.

La mujer se puso en contacto con Gonzalo Erize. Él es un argentino dedicado a recorrer el mundo en ayuda de personas que se encuentran en una situación de extrema vulnerabilidad. Así fue como conoció a Anabelle.

Según sus palabras, “Cuando la conocí por primera vez, sentí una tremenda conexión con ella y su historia. Ayudarla ya era un hecho. Tenía que actuar, ella necesitaba ayuda. Lo primero que hice fue viajar hasta la capital, Manila, y estudiar su caso. De ahí, la llevé al pediatra, odontólogo y neurólogos. La respuesta era la misma, había que operarla urgentemente”. 

Él se quedó a su lado y la ayudó a que recuperara su hermosa sonrisa.

Su historia puede parecer excepcional, pero no es así. Hay otros miles, millones de niños en el mundo que son explotados, abusados y conocen el mundo como una cárcel. Ella tuvo una segunda oportunidad y aún nos seguimos preguntando qué más podemos hacer. Es tiempo de pasar a la acción. Hay muchos esperando allá afuera, muchas personas que quieren volver a reír, enfatizó.