5 Enseñanzas Sobre El Amor Que Nos Deja La Película “La Forma del Agua”

La Forma del Agua es una película de fantasía romántica estadounidense del año 2017, dirigida por Guillermo del Toro y escrita por el propio del Toro que fue galardonada como “Mejor Película” en los recientes Premios Oscar. El filme no es sólo una película con increíbles efectos especiales, sino también una historia con enseñanzas sobre el amor y sus características.

El amor, sin duda , es lo mejor que podemos tener en la vida y eso lo deja muy bien expresado esta película, pues es de esas cintas que tiene un tierno mensaje, porque nos enseña que sin importar que tan “diferentes” nos veamos o seamos, siempre existirá alguien con quien podamos compartir esa excentricidad y sí, probablemente, estar juntos para siempre. Es por eso que ahora les dejaremos 5 enseñanzas de “La forma del Agua” sobre el amor:

  1. Se puede encontrar el amor en el lugar menos pensado

Así como Elisa, la protagonista, encontró a su alma gemela en un laboratorio gubernamental de alta seguridad, todos podemos encontrar a alguien a quien amar en cualquier parte, lo importante, es ver más allá de las apariencias, “no juzgar el libro por su portada”.

2. Quien menos te imaginas puede ser tu aliado

En La Forma del Agua, el doctor Robert Hoffstetler fue pieza clave para que la criatura humanoide pudiera escapar del laboratorio y ser feliz a lado de Elisa. Recordemos que él fue quien le dio la llave para liberarlo del estanque, en gran parte, le debemos a él que La Forma del Agua haya tenido un final feliz.

3. Todos podemos encontrar a alguien parecido a nosotros

Elisa y la criatura marina eran de la misma especie y por eso se entendían tan bien. Aunque todos los humanos también somos de la misma especie, hay cualidades que nos distinguen a cada uno. Como dice la sabiduría popular: “Cada quien, encuentra a su cada cual”

4. Los sentimientos son la mejor forma de expresarse

Los protagonistas de “La Forma del Agua” no podían hablar, pero lo que sentían el uno por el otro, los hacía comunicarse. Una mirada, una caricia o un abrazo eran suficientes para expresar el amor que se tenían. Nombrar las cosas por su nombre es increíble, pero el amor tiene dimensiones inimaginables que el lenguaje no puede describir.

5. Apreciar los mínimos detalles de la vida

Elisa Esposito era feliz con su rutina, duchándose en la bañera, autosatisfaciéndose todos los días, comiendo huevos hervidos y yendo a trabajar. Esos detalles que quizá para muchos eran insignificantes eran su mundo y ella era feliz con ello. En La Forma del Agua, Elisa no aspiraba a una vida lujosa, tenía lo suficiente para disfrutar de la paz interior y de las cosas hermosas de la vida.