“¡No se te ocurra mostrárselo a mamá!” fue lo que le dijo su hermano.
El amor por una mascota puede llegar muy lejos…hasta el punto de hacerse tatuajes con su cara, con su nombre o con alguna marca que traiga.
Se trata de un acto de amor profundo por los animales que tienen algunas personas y es respetable…el problema está cuando ocurre lo que le pasó a este chico de la historia.
Se tatuó la marca de su perro adoptado y emocionado se lo muestra a su hermano. Pero de la euforia del comienzo llegó al “trágame tierra” posterior cuando se enteró del terrible error que había cometido.
Resulta que era una tierna idea pero que, al final, terminó siendo una broma de muy mal gusto.
Y así se lo hizo saber su hermano quien entre risas burlonas le explicó el significado de esa figura.
El chico aprendió la lección de preguntar o averiguar primero la simbología de algunas cosas. Su perro “Bear” es adoptado y llegó a la casa con un tatuaje que le hicieron, supuestamente, “horribles” propietarios anteriores.
Al menos, eso creyó él. Y como una forma de comprender por lo que pasó su nuevo compañero canino, decidió llevar esa “cruz” él mismo y se hizo ese mismo tatuaje.
Pero ahí es cuando, ya siendo demasiado tarde, se entera lo que significa ese símbolo. Es algo muy específico la verdad.
Ese dibujo significa que cuando un veterinario revise al perro sepa que ya está castrado. Así tal cual…c-a-s-t-r-a-d-o.
Por ahora, nosotros nos seguimos riendo…